Más allá de que nos sintamos cómodos en los espacios que habitamos, el confort en el hogar se refiere a crear entornos que no supongan una amenaza para nuestra salud. A lo largo de los años se han realizado diversos estudios que demuestran cómo afectan los espacios en los que pasamos mucho tiempo, sea la vivienda o lugar de trabajo, a nuestra salud física y mental.
Se sabe que pasar horas en lugares con poca iluminación natural puede afectar al estado anímico; está demostrado, por ejemplo, que los trabajadores de oficinas que cuentan con entrada de luz solar son más productivos. Se ha observado también que, por el contrario, los espacios que están “abiertos” al exterior, desde los que se puede observar el entorno, tienen una influencia positiva sobre nuestro estado de ánimo.
La falta de ventilación, que puede derivar en la aparición de moho o humedades, también afectará a cómo nos sentimos y, además, tendrá un efecto perjudicial para nuestro sistema respiratorio.
De la misma manera en que es necesario dejar que las estancias que habitamos se nutran de recursos naturales como son la luz, el calor y el aire, más importante todavía es tener el control sobre ellos. Proteger el hogar de las inclemencias del tiempo ya no es solo una cuestión de evitar daños que pueden afectar a nuestra salud y a la conservación del espacio, sino que resulta una fuente de tranquilidad. El primer paso, y el más importante, para conseguir el confort en el hogar es evitar que este se convierta en un problema y nos genere estrés. Para lograrlo, el aislamiento térmico y acústico es fundamental.
Al malestar psicológico causado por la sensación de frío o calor en las personas se le llama estrés térmico. Lo opuesto es el confort térmico, que se alcanza cuando la temperatura de entorno es constante y, como se dice popularmente, “estamos a gusto”. El aislamiento térmico en el hogar sirve para alcanzar este confort.
El ruido también puede generar estrés, de hecho, el hogar perfecto se puede ir al traste por las constantes injerencias acústicas del exterior. De nuevo, la solución está en la capacidad de aislamiento en el hogar.
Facilitar la entrada de luz solar, tener la posibilidad de ventilar el espacio adecuadamente y el aislamiento térmico y acústico son algunas de las cosas que ayudan a alcanzar el confort en el hogar, y son muy probablemente las más importantes. Todas ellas se consiguen con el uso de las ventanas adecuadas. Por definición, su función es la de conectar el interior con el exterior y, al mismo tiempo, no dejar que las condiciones climatológicas o ambientales externas afecten el bienestar del hogar. Es una tarea que a menudo se da por hecho, pero que resulta mucho más relevante de lo que parece, por ello es necesario prestarle la atención adecuada.
Minimalismo para conseguir los mejores resultados
El equilibrio entre ser capaz de aprovechar al máximo la influencia de los recursos naturales y, al mismo tiempo, poder evitar que influyan en el hogar, puede parecer complicado, pero no lo es. Se consigue a través de ese elemento bisagra que son las ventanas.
Gracias a sistemas como la rotura del puente térmico, a través de la creación de espacios vacíos y del uso de materiales porosos en los marcos, las ventanas cuentan con una alta capacidad de aislamiento. Evitan que los cambios bruscos del exterior afecten al interior, teniendo la posibilidad de mantener una temperatura constante en el hogar. Los cierres no solo ofrecen seguridad, sino que también impiden la filtración de humedad.
En la composición de la ventana es posible utilizar hojas ocultas que refuercen el aislamiento, tanto térmico (al crear vacío entre las dos) como acústico, y también se ofrecen varias posibilidades de apertura para que sea posible poder abrir y ventilar el hogar teniendo en cuenta el máximo aprovechamiento del espacio.
Estas características se trasladan incluso a grandes cerramientos, superficies que conectan el espacio con el mundo exterior sin que se pierda el confort del hogar. Para mayor comodidad, la posibilidad de motorización y domotización de las ventanas hace que sea todavía más fácil controlar la entrada de luz y la ventilación.
La gama Mediterránea reúne todas estas características: máximo aprovechamiento de la luz solar, altas capacidades de aislamiento térmico y acústico, versatilidad y facilidad de instalación y manejo. Sus modelos de ventanas, ventanas balconeras y puertas son capaces de ofrecer estas prestaciones con un diseño minimalista. Líneas rectas, hojas grandes para potenciar la luminosidad y perfilería reducida al mínimo, pero con altas calidades que permiten un cierre estanco con gran capacidad de aislamiento térmico y acústico.
Esta gama cuenta con dos modelos, Luz y Luna; ambos tienen en común la potenciación de la luminosidad y las altas capacidades de aislamiento a través de un concepto minimalista. La gama Luz destaca por ser capaz de garantizar estas prestaciones incluso en climas especialmente fríos y húmedos. En cuanto a la gama Luna, llama la atención su versatilidad; se adapta fácilmente a las necesidades de cada hogar y funciona perfectamente en distintos entornos.
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