Últimamente, debido al coste disparado de la luz, se habla más a menudo de eficiencia energética como un concepto que no solo es beneficioso para el medio ambiente, sino que también nos ayuda a ahorrar en la factura.
Se calcula que, en España, el consumo de electricidad de un hogar medio (una vivienda con tres habitantes) es de unos 3.500 kWh al año, lo cual se traduce en una huella de carbono de 1’43 t de CO₂. En el caso de que no se utilicen fuentes eléctricas, sino gas natural, la media llega a ser de 1’62 t de CO₂. Se entiende como “huella de carbono” el número de emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero que generamos a través de diversas actividades.
Está demostrado que esas emisiones están teniendo un impacto muy negativo en el medio ambiente, como por ejemplo el cambio climático, cuyas nefastas consecuencias son cada vez más obvias. Por ese motivo, resulta necesario apostar por modelos socioeconómicos más sostenibles, con los que reducir la huella de carbono que cada uno de nosotros producimos en nuestro día a día.
¿Qué es la eficiencia energética?
Nos referimos a eficiencia energética cuando hablamos de la optimización del consumo energético. Por un lado, se trata de reducir el consumo para ajustarlo a nuestras necesidades reales; por otro, este modelo propone aprovechar mejor los recursos para producir menos emisiones, ahora bien, sin perder prestaciones ni confort.
En definitiva, la eficiencia energética consiste en obtener el mismo rendimiento, pero de una manera más sostenible. Para ello, es necesario ser conscientes de lo que consumimos y estar informados para tomar mejores decisiones respecto a nuestro consumo energético y para adoptar buenas prácticas.
Cuando se habla de eficiencia energética en el hogar, a menudo se limita la conversación a los electrodomésticos, ya que son los que más energía consumen. Sin embargo, también deberían incluirse en la ecuación otros elementos de la casa como las ventanas.
Unas ventanas con un alto aislamiento térmico nos ayudarán enormemente a no tener que depender tanto de la calefacción o el aire acondicionado, que son los aparatos que más consumen.
Mejora la eficiencia energética de tu hogar a través de las ventanas
Existen varias maneras en las que las ventanas nos ayudan a mejorar la eficiencia energética en el hogar. En primer lugar, tenemos que fijarnos en la propia ventana, cuáles son sus características y prestaciones; una vez elegida e instalada la ventana, su eficiencia energética dependerá en gran medida tanto de cómo la utilicemos como de su mantenimiento.
Eficiencia Energética de la Ventana
Pese a que es voluntaria, cada vez es más común encontrarse con productos que incluyen la etiqueta de Eficiencia Energética de la Ventana (EEV). Esta etiqueta, que es diferente de las etiquetas de Eficiencia Energética que sí son obligatorias para la calificación energética de las viviendas, valora distintas características de una ventana.
Para determinar si una ventana es más o menos eficiente, se elabora una ficha técnica en la que se incluye la evaluación de aspectos como la transmitancia térmica de la ventana, su permeabilidad al aire o el factor solar (capacidad de pasar la radiación solar al interior). Según estas características, se establece qué prestaciones tiene la ventana en cuanto a eficiencia energética con una calificación de la G (lo más bajo) a la A (la mejor calificación).
Instalación y mantenimiento
Una ventana puede tener altas prestaciones, pero si su instalación no se realiza correctamente, será prácticamente inútil. Por ejemplo, si una ventana está hecha con materiales con baja transmitancia o utiliza sistemas de rotura de puente térmico para evitar que la temperatura del exterior pase al interior, no servirá de nada si no se ha realizado una buena instalación y hay huecos entre el marco y la pared por donde la energía del interior “escape”; si hay fugas energéticas, necesitaremos utilizar la calefacción o el aire a más potencia para alcanzar el confort térmico, aumentando así el consumo.
Del mismo modo, si no hay un buen mantenimiento de las ventanas (por ejemplo, un cristal roto o un perfil que no cierra bien), se estropearán y/o no harán bien su función, por lo que disminuirá su eficiencia energética. Además, su vida útil será menor, por lo que necesitaremos cambiar las ventanas con más frecuencia, lo que supone un aumento de residuos y de recursos para producir más.
El dicho popular “lo barato sale caro” se aplica en muchas ocasiones a las ventanas; merece la pena invertir en buenos materiales y altas prestaciones y confiar en profesionales especializados para que la eficiencia energética de las ventanas sea efectiva. Esa inversión se amortizará fácilmente con el ahorro en la factura de la luz.
Uso de las ventanas
Las ventanas nos ofrecen una gran oportunidad de aprovechar los recursos naturales. En la eficiencia energética también se incluye el uso de energías renovables y, por supuesto, el no tener que realizar ningún tipo de consumo energético.
Aprovechar la luz natural para evitar la iluminación artificial o para calentar la casa, o ventilar de manera adecuada para renovar el aire o como aclimatador natural, también es apostar por la eficiencia energética en el hogar.