Como sucede con cualquier otro artículo, las ventanas dejan huella ecológica. Su impacto medioambiental completo comienza con su producción, continúa con el uso que se hace de las ventanas y, posteriormente, con su tratamiento como residuo.
Este ciclo de tres fases -producción, consumo, desecho- ha de tenerse en cuenta para evaluar el impacto medioambiental de cualquier producto o servicio, pero en el caso de las ventanas, debido al papel fundamental que juegan para determinar el consumo energético de los edificios, la parte que se refiere a la vida útil es todavía de mayor importancia.
Para valorar el impacto medioambiental de las ventanas, se han de tener en cuenta muchas variables que influyen en cada una de las tres fases señaladas, y a veces puede resultar complejo determinar qué tipo de ventana tiene un menor impacto medioambiental, ya que depende mucho de distintas circunstancias. Por ejemplo, la producción de las ventanas de aluminio tiene un consumo energético muy alto, sin embargo, es un material altamente reciclable, lo que reduce notablemente su huella ecológica; por otro lado, el PVC utiliza componentes más difíciles de reutilizar, pero las ventanas de este material ofrecen un alto aislamiento térmico, por lo que su impacto medioambiental durante su uso es muy bajo.
En la actualidad, es posible acompañar las ventanas de una etiqueta de eficiencia energética propia que las clasifica según su comportamiento. Para determinar en qué nivel se encuentra una ventana dentro de esta escala de eficiencia, se valoran aspectos como su transmitancia térmica o su permeabilidad al aire, pero, en realidad, si queremos hablar del impacto medioambiental de la ventana, hay que tener en cuenta muchos otros factores.
Impacto medioambiental en la fabricación de ventanas
La huella ecológica que causa la producción de ventanas incluye desde los procesos para la extracción o fabricación de los materiales que la componen hasta cuestiones logísticas como el transporte o la instalación de la ventana.
El impacto medioambiental que causa la fabricación de una ventana será mayor o menor dependiendo de factores como qué tipo de energía se utiliza -si son renovables o fósiles-, si se usan materiales reciclados y en qué porcentaje lo son, o dónde compramos la ventana, si se trata de un comercio de proximidad o un artículo importado de fuera.
En cuanto a la ventana en sí, habría que tener en cuenta qué materiales se utilizan y cómo está hecha, es decir, si es de doble o triple cristal, por ejemplo, o si utiliza algún sistema de aislamiento térmico que incluya gases, ya que no es lo mismo utilizar argón o kriptón que usar xenón, que es mucho más contaminante.
Si nos ceñimos a los materiales de los marcos de la ventana, podríamos decir que el que menos impacto medioambiental tiene es la madera, ya que es en el que menos energía se invierte para su fabricación. Sin embargo, hay que tener en cuenta que este material necesita mucho mantenimiento y su vida útil es más corta, además de que el aislamiento térmico que ofrece no es tan alto como el del PVC. Por lo tanto, si se generalizase su uso, se necesitaría mucha madera y eso, evidentemente, sí tendría un alto impacto medioambiental.
Hoy en día, seguimos utilizando el 75% del aluminio que se ha utilizado. Este material se puede reutilizar una y mil veces sin que pierda propiedades. Esta es una gran ventaja, pero es cierto que su producción tiene un coste energético alto; por fortuna, es un material muy resistente y versátil que se puede reutilizar al 100%, no produce residuos.
Algo similar ocurre con el PVC, que también puede fabricarse a partir de materiales reciclados, al menos en un porcentaje importante. Producir policloruro de vinilo es costoso, pero este es un material resistente, con una vida útil larga, y que ofrece muy altas prestaciones en cuanto a eficiencia energética.
¿Cómo afecta el uso de las ventanas en su impacto medioambiental?
Se calcula que la energía que se consume para producir los materiales de un edificio es entre el 6 y el 20% de la energía que consumirá ese edificio en 50 años. En el caso de las ventanas, según diferentes estudios, entre el 42 y el 97% del total del consumo energético que generan se realiza durante su uso.
De que las ventanas ofrezcan un alto aislamiento térmico o no depende en gran medida la eficiencia energética del hogar. Un buen uso de las ventanas, aprovechando elementos naturales como la ventilación y la luz solar para la climatización del hogar, y un buen aislamiento que evite fugas de energía o filtraciones que provoquen un mayor consumo, son dos elementos clave para que su impacto medioambiental sea lo más bajo posible.
Producir una ventana de PVC con triple cristal y cámaras de aire en los marcos para incrementar el aislamiento térmico puede conllevar un consumo energético alto. Sin embargo, contribuyen en mucho a que la eficiencia energética en el hogar sea alta, por lo que ese gasto inicial sería compensado.
En definitiva, la mejor manera de controlar el impacto medioambiental de las ventanas es encontrar las que mejor respondan a nuestras necesidades y circunstancias. Lo que sí es importante siempre es confiar en fabricantes con experiencia que velen por la calidad tanto del producto como del servicio, ya que solo así nos aseguraremos de que realmente las ventanas cumplen su función de la manera más eficiente.