Calificación energética de viviendas: la selección de cerramientos

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La calificación energética de viviendas es desde hace varios años un requerimiento en cumplimiento de exigencias derivadas del Parlamento Europeo y que estableció el Ministerio de Transición Ecológica. Esta certificación se obtiene después de que un certificador oficial haga una valoración de cuál será el consumo energético de la vivienda atendiendo a sus instalaciones térmicas (calefacción, aire acondicionado, ventilación y refrigeración) e iluminación (solo la de zonas comunes).

El principal objetivo de este certificado de eficiencia energética es hacer constar cuán “limpia” es la vivienda, de ahí que su indicador principal sea el volumen de emisiones de CO₂ por metro cuadrado que se producen por el consumo de esas instalaciones térmicas.

Atendiendo a ese y otros indicadores, se otorga un valor a la vivienda según el grado de eficiencia energética que tenga, y se plasma en una etiqueta energética. Esa escala de valores es lo que se conoce como la calificación energética de las viviendas.

¿Qué es la calificación energética de las viviendas?

La calificación energética mide cómo de eficientes son las viviendas en una escala que va desde la A, siendo el máximo de eficiencia, hasta la G, siendo esta la peor etiqueta. A cada letra de la escala de la calificación energética se le asigna un color, de manera que es muy gráfico ver cuáles son las viviendas más eficientes (A, B y C, de verde oscuro a verde claro), las que necesitan mejorar (D y E, amarillo claro y oscuro), y las que no son eficientes (F naranja y G rojo).

Fuente: Adecco

La etiqueta que se haya obtenido en la calificación energética de la vivienda se debe incluir en el certificado de eficiencia. Esto permite que los compradores o inquilinos sepan cuál es el consumo energético de las viviendas y, por lo tanto, cuál será el gasto que les generarán.

Para realizar la calificación energética de las viviendas en España, es necesario acudir al organismo pertinente de cada comunidad autónoma. En primer lugar, hay que contactar con un certificador autorizado que realice la evaluación del edificio o de una parte de él. Una vez se obtiene el certificado, se debe registrar en el organismo dependiente de la Comunidad, que es el que otorga la etiqueta de calificación energética.

En España, los certificados de la calificación energética son obligatorios para vivienda nueva, pero también deben realizarse siempre que se vaya a vender o alquilar una vivienda que no lo tenga. Obtener el certificado es responsabilidad del vendedor o de la persona que alquila el inmueble.

Además de mostrar de manera gráfica si una vivienda es eficiente o no, la calificación energética se acompaña de recomendaciones para que el propietario de la vivienda pueda mejorar su etiqueta. Estos consejos deben ser asumibles y se acompañan de una valoración económica de lo que costaría llevarlos a cabo. También debe ser asumible alcanzar el máximo grado de la calificación energética, la etiqueta A, independientemente del clima del lugar donde se encuentre la vivienda.

La certificación energética tiene una validez de 10 años; después de ese tiempo, si se quiere vender o alquilar, sería necesario realizar una nueva calificación energética de la vivienda.

Cómo afectan los cerramientos a la calificación energética

Si bien lo que valora la calificación energética de las viviendas son sus instalaciones térmicas, los cerramientos son un punto clave para que esos sistemas de climatización se tengan que utilizar en mayor o menor medida y para que su uso sea efectivo.

En cierto modo, podría considerarse que los cerramientos son un “punto débil” para que la vivienda sea eficiente energéticamente, ya que es en las ventanas donde se conecta el interior de los espacios con el exterior, es por ahí por donde entra el frío y el calor del que se quiere proteger al hogar. Sin embargo, por ese mismo motivo, en realidad, los cerramientos son grandes aliados de la eficiencia energética.

La ventanas eficientes permiten aprovechar los recursos naturales (sol, luz, aire) para la climatización y ventilación del hogar, es decir, que pueden reducir el uso del aire acondicionado o la calefacción. Si no hay consumo energético, no hay emisiones contaminantes, y esa es la mejor opción para obtener la calificación energética más alta.

Unas ventanas de calidad, con altas prestaciones y bien instaladas, contarán con los materiales y sistemas de aislamiento adecuados para no ser el “punto débil” de la eficiencia energética de la vivienda.

Materiales como el PVC son altamente aislantes, no permiten que el frío o el calor del exterior se cuelen en la vivienda. Pero también con aluminio se pueden fabricar ventanas con un alto grado de aislamiento térmico, gracias a sistemas como la rotura de puente térmico.

Es importante no solo cómo están hechos los marcos, sino cómo están instalados. Una mala instalación que, por ejemplo, haya dejado grietas por las que se pueda colar el frío del exterior, puede dar al traste con una buena calificación energética de la vivienda.

Además de la perfilería, soluciones como un doble acristalamiento de las ventanas también pueden aumentar la eficiencia energética del hogar, así como un diseño que permita aprovechar al máximo los recursos naturales. La simple instalación de una ventana en un determinado sitio ya puede suponer una gran diferencia en cuanto a mejora de la eficiencia energética y, por lo tanto, de la etiqueta que se recibirá.

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