La estanqueidad al agua de las ventanas es una de sus características más importantes. Se define como la capacidad de resistencia al paso del agua. Aunque no está sujeta solamente a elementos climáticos como la lluvia o el viento, sino que también depende de cuestiones como la altura a la que se sitúen los cerramientos, su tamaño o la localización del edificio donde se sitúen.
Para comprobar cuál es el grado de estanqueidad de una ventana, estas se someten a ensayos específicos que consisten básicamente en ir aplicando agua con diferente presión durante determinado tiempo para ver cuánto aguanta sin que se produzcan filtraciones.
En Cabañero contamos con ventanas de altas prestaciones y con estanqueidad al agua, asegurando un adecuado aislamiento térmico y atenuación acústica.
Prescripción de la estanqueidad de las ventanas
El ensayo de estanqueidad al agua de las ventanas está regulado por la norma UNE-EN 1027 que, conforme a los resultados obtenidos, se clasifican según la norma UNE-EN 12208. Las normas UNE-EN están reguladas por la Asociación Española de Normalización y Certificación (AENOR), y suponen la traslación de la normativa europea, son su versión española oficial.
En las pruebas a las que se someten a las ventanas para asegurarse de que cumplen las exigencias requeridas por la normativa europea, lo primero que se hace es recrear el cerramiento tal y como se prevé que quedará en la construcción a la que vaya destinado. Una vez fijada, se utilizan boquillas que rocían agua sobre la ventana durante varios minutos en los que se van aumentando los pascales de la presión; el pascal (Pa) es la unidad con la que se mide la fuerza a la que se ejerce la presión.
En estos ensayos se utiliza el llamado “principio de los escalones de presión”; la presión se va aumentando en “escalones” de 50Pa cada 5 minutos, aunque, una vez alcanzados los 300Pa, a partir de ahí, cada escalón es de 150Pa. Dentro de estos ensayos se utilizan dos métodos; que se aplique uno u otro dependerá de la exposición a la que se vaya a someter la ventana. El método de ensayo A está indicado para ventanas que vayan a estar totalmente expuestas, mientras que el B se usa para las que van a estar parcialmente cubiertas.
En definitiva, la estanqueidad de las ventanas es mayor cuanto más alto es el número de su clase, es decir, que una ventana 8A será mucho más estanca al agua que una 1A.
Para saber qué clase de ventana necesitamos, lo más recomendable es atender a las directrices que apunta la Asociación Española de Fabricantes de Fachadas Ligeras y Ventanas (ASEFAVE) en su manual, ya que la normativa que recoge el Código Técnico de Edificación (CTE) respecto a los requisitos de resistencia a la humedad se refieren a las fachadas, pero no a los huecos que hay en ellas y que cubren puertas y ventanas.
El Manual de producto. Ventanas de la ASEFAVE analiza la división por zonas pluviométricas de España que establece el CTE, y que también tiene en cuenta el grado de exposición al viento según el entorno y la altura del edificio, y destaca aquellos aspectos que afectan a las ventanas a la vez que desarrolla los requisitos que estas deben tener en cuenta para satisfacer las necesidades de cada situación, entre las que se encuentra la de garantizar la estanqueidad al agua.
En las etiquetas con las especificaciones técnicas de los fabricantes, tanto en PVC como en aluminio, se incluye qué clase de ventana es respecto a la estanqueidad, así como a otros aspectos como la permeabilidad al aire o la resistencia al viento.
Sin embargo, la calidad de la propia ventana no es suficiente para garantizar la estanqueidad al agua, y deben tenerse en cuenta otras cuestiones.
Elementos que garantizan la estanqueidad de las ventanas
El principal elemento que se debe tener en cuenta para garantizar la estanqueidad de las ventanas es su sellado. Si tenemos una ventana de alta calidad y eficiencia, pero no la colocamos de manera adecuada, se perderá todo su valor.
El espacio que queda entre la pared y la ventana es especialmente sensible a las filtraciones de agua, por lo que la instalación debe realizarse correctamente para que ese hueco quede perfectamente neutralizado y el cerramiento sea total. Para que eso sea posible, se trabaja con una serie de elementos que garantizan que la fijación de la ventana a la pared sea adecuada y duradera, de manera que se asegure la estanqueidad de ventanas a largo plazo.
La fijación y el sellado de las ventanas clave para mantener su estanqueidad al agua
La estanqueidad al agua de las ventanas pasa por una fijación y un sellado que deben correr a cargo de un profesional. Es su responsabilidad velar porque la integración de la ventana en la construcción sea la idónea. Para ello, los profesionales cuentan con varias herramientas.
En primer lugar, la fijación de las ventanas debe realizarse en una superficie resistente. La fuerza de la presión del viento sobre la ventana pasará al muro, así que, si la fijación no es sólida, la ventana “bailará” y acabará por desencajarse.
Del mismo modo, al fijar las ventanas se debe tener en cuenta la dilatación. Debido a diversas circunstancias como los cambios de temperatura, las vibraciones o los usos a los que se pueda someter a la ventana, los materiales que la componen no permanecen fijos, sino que se dilatan. Por eso, para asegurar una total adherencia, que a su vez ayuda a garantizar la estanqueidad al agua, para la fijación de las ventanas se han de utilizar materiales que sean compatibles y no pierdan eficacia ante este fenómeno. En este sentido, las juntas de estanqueidad para ventanas de aluminio “sufrirán” menos, ya que este material -el aluminio- se dilata menos que otros.
En la fijación de las ventanas no se usan morteros, puesto que es un material demasiado rígido que terminaría por agrietarse, y tampoco se puede realizar sobre espumas; la espuma de poliuretano sirve para rellenar, no para fijar, puesto que ofrece poca adherencia. Lo que sí son útiles son los cordones de silicona, que se aplican al perímetro de la ventana. La silicona tiene distintas calidades; la más utilizada es la neutra, que es muy resistente, tiene una buena adhesión durante mucho tiempo y una óptima capacidad de recuperación elástica. Para reforzar la estanqueidad al agua de las juntas de las ventanas a menudo se utilizan tapajuntas, también conocidas como solapes, embellecedores, marcos solape o solapados. Además de aumentar el aislamiento, tienen también una función estética. Los hay de distintos tamaños, calidades y tipos (solape engrapado -más económico-; solape enclipado o enrasado -más estético-), y son especialmente necesarios cuando hay azulejo sobre el muro, ya que harán que la ventana quede mejor integrada.